La nueva película de Sebastián Muñoz, de la mano de JUNTOS: una historia sobre maternidad, verdad y migración
En plena calle, un coche con una guagua que parecía abandonada, un instante de alarma que rápidamente se disolvió cuando aparecieron los padres. Ese momento se convirtió en una bola de nieve para Sebastián Muñoz y su próxima película: Los Pájaros.
La imagen del niño le recordó el caso de Joane Florvil, una mujer haitiana arrestada en 2017 por supuestamente abandonar a su hija bebé en la Municipalidad de Lo Prado (Santiago, Chile).
Más tarde apareció la primera visión fundacional: “me imaginé a una madre que amaba demasiado a su hijo… que levantaba restos de comida, los mascaba, y en vez de tragárselos iba a la cama y se lo devolvía a su bebé como si fuera un pájaro”. Esa escena íntima, casi ritual, es la semilla del título y la atmósfera del filme: Los Pájaros no solo habla de maternidad, sino también de migración y de cómo nos relacionamos con la verdad.
El suicidio de una madre y el secuestro de un hijo
La historia sigue a Rebeca (Coca Guazzini), una abogada que junto a su hermana Diana (Amparo Noguera) han criado a Urbano (Luciano Reinoso) durante 26 años sosteniendo una historia que nunca han querido mirar de frente: un bebé traído desde Argentina por su madre en tiempos de dictadura. Cuando una joven haitiana defendida por Rebeca se quita la vida tras ser acusada de abandonar a su hijo, algo en ese caso toca una fibra que Diana creía dormida. Empujada por intuiciones decide quebrar el silencio familiar y descubre que la verdad sobre Urbano no es un error ni un malentendido, sino el rastro de un crimen político cuidadosamente oculto.
El guion, co-escrito junto a Nona Fernández, una de las escritoras más influyentes de la literatura y dramaturgia chilena, se estructura en torno a tres días consecutivos, un dispositivo narrativo que permite condensar años de secretos familiares en una progresión emocional vertiginosa. “Cuando uno decide contar la verdad, las cosas son ahora… no puedo esperar dos semanas”, explica Muñoz.
Los Pájaros entreteje el eco de dos casos reales: el de una mujer haitiana injustamente acusada de abandono y la memoria de los niños robados durante dictaduras latinoamericanas. Para Sebastián no se trata de copiar casos, sino de recoger resonancias. “Para mí era importante hablar de la verdad… la dirección de la película tiene que acompañar ese viaje al límite”.
El elenco está encabezado por Coca Guazzini, a quién Muñoz considera injustamente subvalorada del cine chileno: “Siempre le decía: ‘Coca, voy a hacer una película para ti’… y siento que en este personaje se va a lucir”. La acompañan Amparo Noguera, Mercedes Morán y Ángela Molina, destacadas actrices de Chile, Argentina y España, respectivamente.
El elenco lo completa Luciano Reinoso, en el rol de Urbano. Su aparición en el proyecto parece casi parte del destino personal del director: “La primera vez que lo vi… fue como ‘¿de dónde salió este niño?’”, recuerda Muñoz. Su presencia mezcla dulzura y una dureza casi animal: “Tiene una mirada penetrante… una fuerza hostil sin ser un villano”. Es el rostro joven de un secreto que estalla tras más de 20 años confinado.
De la dirección de arte a su ópera prima
Fue la curiosidad el impulso para estudiar cine. Su formación en la Arcis, su paso por la EICTV de Cuba y su cercanía con el teatro construyeron una sensibilidad particular: Muñoz es, ante todo, un observador.
Su carrera como director de arte fue el laboratorio donde afiló esa sensibilidad. Ha trabajado en películas de distintos registros, desde Play de Alicia Scherson hasta Los Debutantes de Andrés Waissbluth. Más de 20 años construyendo sets que retratan historia, memoria, heridas invisibles e intimidades quebradas. Ese oficio es lo que le dio la musculatura estética y narrativa para convertirse en director de su primer largometraje.
El salto llegó con El Príncipe (2019), su ópera prima, estrenada en la Semana de la Crítica del Festival de Venecia, donde obtuvo el prestigioso Queer Lion. La película, ambientada en una cárcel chilena en los años 70, sorprendió por su delicadeza, su erotismo contenido y su potencia emocional. Con un estilo visual preciso y una puesta en escena íntima, El Príncipe confirmó a Muñoz como un director con una mirada aguda, capaz de convertir espacios cerrados en universos profundos. La cinta fue, en esencia, la declaración de un autor que llegó para quedarse.
Los Pájaros llega a JUNTOS
La entrada de Los Pájaros al slate de JUNTOS no fue solo una decisión profesional: fue, para ambas partes, un encuentro afectivo y artístico. Muñoz lo relata con una honestidad rara en la industria: “Lo que más quería era que el productor que tomara este proyecto sintiera un compromiso emocional… y con JUNTOS me sentí abrazado”.
La primera lectura del guion con el equipo terminó de sellar la decisión. “Me dijeron: ‘no sabemos si vamos a poder tomarlo por carga de trabajo… pero no podemos dejar pasar esta historia’”. Ese entusiasmo, transparente y radical, es también parte de la columna vertebral del proyecto.
Con su llegada al catálogo, JUNTOS reafirma una convicción: contar historias que no solo observan al país, sino que lo interrogan desde lo íntimo. Los Pájaros es una película sobre maternidades dislocadas, identidades migrantes y verdades que se arrastran por generaciones. Pero, sobre todo, es una película sobre la fragilidad del amor cuando se enfrenta a la memoria.
Con su sensibilidad brutal y su mirada humana, Los Pájaros se alza como una de las obras más poderosas del cine chileno en desarrollo. Y JUNTOS, al sumarla a su slate, abraza un proyecto que nació desde una intuición íntima y que hoy se despliega como una historia urgente, conmovedora y necesaria.